Frecuentemente la práctica y apreciación del hooping –y del malabar en general– se enfoca en los trucos: efectos visuales, cantidad de objetos, dificultad de las maniobras (…) y pasamos por alto el maravilloso y sorprendente mecanismo que hace todo esto posible: el cuerpo. Cada vez que giramos, lanzamos, aislamos (y un infinito etcétera) el hoop, se lo debemos a nuestro cuerpo. A nuestra conciencia de él y de sus relaciones con el hoop, pero el foco sigue estando en el aro. ¿Acaso el cuerpo no es también parte del juego?
Al igual que con el hula, las posibilidades de movimiento de nuestro cuerpo son infinitas: podemos variar velocidades, niveles (en el piso, en medio, arriba), calidades (movimiento fluido, súbito, muscular, cortado…), y tenemos además un estímulo que por lo general también dejamos en segundo plano: la música.
Intenta hoopear con un hula imaginario. ¿Qué le pasa al resto del cuerpo? Al tomar mayor conciencia del movimiento de todo el cuerpo, de repente pareciera que nos quedamos sin un brazo, o sin piernas, o sin movilidad en el torso. Ahora, ¿qué pasaría si intentamos jugar sin hacer un solo truco? Pon tu música favorita –esa que desborda tus ganas de bailar– y deja que el aro te hable: tócalo, siente su peso, déjalo girar libremente en alguna parte de tu cuerpo. Escucha sus necesidades, hacia dónde te lleva, qué puedes hacer con tu cuerpo para que el hula continúe en su impulso. No te impongas, no te exijas, deja que suceda lo que tenga que suceder. Este ejercicio es muy útil para idear transiciones y para los momentos en que no tienes un truco nuevo qué practicar o cuando llegan bloqueos creativos o “falta de inspiración”.
Podemos explorar el tercer cuerpo que generamos con el querido círculo, no dando predominancia al baile ni a los trucos, sino jugando con esa conexión que se crea al momento de tocar el hula. Cualquier truco puede tomar una intención y un efecto completamente distintos si se enriquece y complementa con acciones corporales que visualmente creen un contraste o una consecuencia a partir del truco. Si el aro rueda por mi espalda, ¿qué consecuencias de movimiento acarrea hacia mis brazos, hacia mi cadera o mis piernas y qué pasa si continúo ese impulso? Si hago un aislamiento con mi mano derecha ¿cómo puedo crear un contraste visual con mi mano izquierda? Este tipo de exploraciones no sólo te darán trucos nuevos, sino que harán de tu práctica algo mucho más rico y disfrutable.
Aveces sólo con cambiar nuestras manos de posición, le damos un enfoque completamente distinto a nuestro baile. |
Escrito por Alicia Salguero
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