¿Sabías qué a través del hooping puedes brindar un servicio de utilidad social?
La siguiente crónica se basa en una experiencia en la cual el hooping es utilizado como una herramienta de integración social para los niños y familias de escasos recursos.
En el año 2015 tuve la oportunidad de trabajar en una Institución de Asistencia Privada (IAP), impartiendo clases de hula hoop para niños y jóvenes con riesgo de calle, violencia intrafamiliar y escasos recursos. Uno de los objetivos de esta IAP, era concientizar a los niños y jóvenes sobre las consecuencias del riesgo social mediante de talleres artísticos y deportivos. El riesgo social es el conjunto de carencias sociales que padecen los niños al interior de su hogar; desintegración familiar, alimentación precaria, falta de atención a la salud y educación. Junto con la institución establecimos objetivos para una campaña de prevención y lo siguiente fue diseñar un programa de clases de hula hoop que se ajustara a las metas establecidas- así fue cómo surgió el taller de Hulaterapia.
En principio el taller de Hulaterapia estaba enfocado en hacer que los niños se divirtieran y que entendieran la importancia de la disciplina. Durante el taller, hubo un par de experiencias que me hicieron reflexionar acerca de mi trabajo como tallerista y me diera cuenta que éstos niños necesitaban más que disciplina y diversión; necesitaban cariño, palabras de aliento y muchísima atención. Las vivencias que me ayudaron a llegar a esta reflexión y replantear mis objetivos como tallerista son las siguientes:
En mi grupo había tres hermanos, el más chico, que tenía 3 años me esperaba muy puntual porque sabía que ocasionalmente llevaba comida para mí y siempre terminaba compartiéndola con los alumnos. En una ocasión le pregunté si había comido. El pequeño me dijo sonriendo: “Ni comido ni desayunado maestra”. Esto me llevó a pensar lo difícil que debe de ser para un niño prestar atención a una clase sin tener alimento en el estómago.
En otra ocasión, una alumna de doce años, lucía distraída, cansada y desganada. Cuando alguien en mi clase tenía ese comportamiento solía llamarle la atención para que se enfocara, sólo que esta vez decidí esperar a terminar el taller para preguntarle qué le pasaba, ella me dijo que por la tarde tuvo su primer período y su madre no tenía dinero para comprarle toallas sanitarias.
Situaciones como esta hicieron de mi taller un reto, pues además de impartir clases, trataba de descifrar a qué tipo de problemas se enfrentan tus alumnos y eso es muy difícil.
Convencer a los niños y los papás de creer que el hula hooping aparte de formarlos como bailarinas y malabaristas, ayuda a formar niños sanos, felices y por tanto protagonistas de su propio desarrollo parecía en principio misión imposible. Fue después de unos meses, a través de la Institución de Jóvenes Mexicanos en Fraternidad, logré un espacio para presentar un acto de hula hoop con los niños en las tradicionales Fiestas del Pitic de Hermosillo. El mes previo al evento yo era un manojo de nervios, que pese a todo logró convencer a los niños de entrar a una dinámica de disciplina. El resultado fue una ejecución sobresaliente en la función. Claro que no todo fue miel sobre hojuelas, sus tutores no acudieron a la presentación y eso me dejó un poco decepcionada.
Con los niños de mi lado (ya más participativos) propuse la participación del grupo en el World Hoop Day 2015. Después de nueve meses de hooping con los niños, conocía algunas mamás quienes ya tenían varias semanas husmeando en clases. La forma en la que las mamás se involucraron fue muy particular, en su mayoría éstas familias no tienen aire acondicionado para apaciguar las altas temperaturas del verano hermosillense, que oscilan entre los 40° y 47° C, entonces las mamás decidieron acompañarnos en la clase debido al aire acondicionado que teníamos en el salón. Las altas temperaturas y el clima artificial en el salón conspiraron a mi favor e hicieron que estas mamás se involucraran un poco más en la vida e intereses de sus hijos.
Aprovechando el interés, decidí platicar con ellas acerca de la importancia de esta presentación para sus hijos. Ante lo sucedido anteriormente y la falta de interés de los tutores hacia los niños, fue una sorpresa para mí ver que la mayoría de las mamás asistieran a la junta y se comprometieran ayudar con el vestuario a pesar de sus limitaciones económicas. El día de la presentación, cuando estábamos preparándonos en camerinos, empecé a entrar en un estado de alegría y satisfacción al ver como el programa de Hulaterapia cumplía uno de sus principales objetivos: integrar a las familias.
Creo que nunca tendré palabras para describir la sensación de éxito cuando me di cuenta que aparte de tener un grupo de hoopers, tenía niños orgullosos -sin ese sentimiento de subordinación que los caracterizaba- trabajando en equipo y sobre todo con la esperanza que la vida puede ser una bonita aventura.
Mi pasión por el hooping me llevó a darme cuenta de que su práctica puede aportar un granito de arena para mejorar la situación de mi comunidad y a saber que con dedicación uno no sólo puede ser una gran Hooper si no un agente de cambio.
Ahora les dejo una interrogante de introspección:
¿Tienes posibilidades de aportar algún beneficio a través del hooping, o sólo estás angustiado por perfeccionar ese difícil truco de aislamiento?
Siempre lista para servir…
<3 <3 lloro que bonitoo feeeerr
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